jueves, 9 de julio de 2015

París (éramos jóvenes y de noche)


Éramos jóvenes y conquistábamos París sin aguacero. Cumplíamos promesas escupiendo desde una gárgola triste de Notre Dame. Nos dormíamos en el metro, nos perdíamos en el Louvre, descansábamos en los cementerios. El diluvio, Montmartre, dos cápsulas de Nolotil. Homeopatía, fotos de grupo, nunca iremos a Disneyland. Éramos jóvenes y con la ciudad a nuestros pies, alguien se declaraba entre risas. Bajábamos andando y gritando como si fuera nuestra la Torre Eiffel. Al anochecer, asaltábamos los supermercados, nos apostábamos la cena, fingíamos no tener nada que perder. Éramos jóvenes y nos gastábamos el resto en ingredientes para una resaca de viaje de vuelta: para los valientes, ron Negrita, para las señoritas, un Chardonnay adornando una alfombra. Éramos jóvenes y de noche cruzábamos los pasos de cebra de París en pijama. Éramos jóvenes. Éramos jóvenes y de noche. Éramos de noche y sueños, de blancos y negros, de aquel ahora. París, por supuesto, era una fiesta.