miércoles, 30 de octubre de 2013

Las visitas

Llenan la casa de risas y ruidos,
el sonido de la compañía, las visitas.
Ocupan habitaciones, inyectan de energía
los rincones depresivos, los pasillos tristes,
los despistes vespertinos, las almohadas.

Encantado de hacer de mi hogar el vuestro,
de daros las buenas noches, de que provoquéis
mis buenos días.

Se convierten los desayunos en fiestas,
las meriendas en conciertos acústicos
con músicos de orquestas en apuros,
las cenas, los humos de la noche incendiada
en la terraza de lunas llenas y Perseidas.
Disfruto de compartiros los metros cuadrados,
el cuarto de baño de invitados, las tostadas
de mañana de resaca.

Es fácil y recomendable acostumbrarse
a las tardes de buenas compañías,
helados de vainilla, los cables del portátil
cruzados en la alfombra, y asombra
lo doloroso de las despedidas.

Sin piedad, vuestro vacío en el sofá
solo ha dejado una nota colgada con imán
en el frigorífico.