miércoles, 30 de octubre de 2013

Las visitas

Llenan la casa de risas y ruidos,
el sonido de la compañía, las visitas.
Ocupan habitaciones, inyectan de energía
los rincones depresivos, los pasillos tristes,
los despistes vespertinos, las almohadas.

Encantado de hacer de mi hogar el vuestro,
de daros las buenas noches, de que provoquéis
mis buenos días.

Se convierten los desayunos en fiestas,
las meriendas en conciertos acústicos
con músicos de orquestas en apuros,
las cenas, los humos de la noche incendiada
en la terraza de lunas llenas y Perseidas.
Disfruto de compartiros los metros cuadrados,
el cuarto de baño de invitados, las tostadas
de mañana de resaca.

Es fácil y recomendable acostumbrarse
a las tardes de buenas compañías,
helados de vainilla, los cables del portátil
cruzados en la alfombra, y asombra
lo doloroso de las despedidas.

Sin piedad, vuestro vacío en el sofá
solo ha dejado una nota colgada con imán
en el frigorífico.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cosmopoética 10

Podría parecer que el post anterior lo escribí conociendo ya las noticias que os traigo en éste, que la guerra a la que me refería era, precisamente, la que traen estas buenas nuevas, si bien, mis más íntimos ya saben que esa guerra va por otros derroteros, aunque sin duda tiene mucho que ver con la poesía.

Hoy os traigo tres pequeñas noticias que el Ciudadano B ha recibido en los últimos días y que tienen mucho que ver con este blog-ciudad que paseamos juntos habitualmente. Las tres tienen que ver con el encuentro de poetas del mundo que desde el 23 de Septiembre y hasta el 6 de Octubre se da en Córdoba (ya desde hace 10 años) y que se conoce como Cosmopoética. Pues bien: Ciudadano B aporta su pequeño grano de arena al evento. En concreto, los siguientes tres granos [granitos] de arena:

- Cosmoanónimos: el tuit enviado a dicha sección ha sido seleccionado por el jurado para formar parte del libro que editan cada año y que el pasado sábado 28 de Septiembre se presentó en la Sala Orive de Córdoba. Podéis leer la información completa aquí. Os adjunto el tuit elegido, que forma parte del poema "Encefalograma", publicado completo en este blog, aquí.


- Flash bus (Dinamopoética): mi poema "Línea 7" será leído e interpretado por una actriz en un autobús de Aucorsa (empresa pública de transporte urbano de Córdoba) el próximo día 3 de Octubre, iniciando su recorrido en Plaza de Colón en horario de 12 a 14 h y de 18 a 20 h. La iniciativa, promovida por la Casa de la Juventud, incluye el reparto de tarjetas con el texto del poema en sus instalaciones. 

- Poemas animados (Dinamopoética): también se podrá ver mi poema "El auto-stop definitivo" expuesto en algún cartel distribuido por la ciudad con motivo de dicha iniciativa que inicialmente contaba con la interpretación en plazas y calles y que, por retrasos en la organización, les ha sido imposible realizar. Tanto este como el anterior, forman parte del primer poemario, nacido precisamente con el espíritu del blog, titulado "El habitante deshabitado".

Precisamente este año, que por causas mayores que llevan mi nombre, no puedo asistir a ninguno de los eventos programados, precisamente este año, Ciudadano B está presente al borde afilado de los versos y es algo que me ilusiona compartir con vosotros, al otro lado de las wifis y los tarifas planas. Me alegrará saber que alguno de vosotros podrá verlos y sentirlos in situ.

Saludos cósmicos.


domingo, 22 de septiembre de 2013

Los otoños

Este otoño va a dar mucha guerra. Los otoños suelen darla. Y éste más aún.


Foto: Otoño en NYC (Ciudadano B, Noviembre 2011)


Mi escritorio, un arsenal de bolígrafos, libretas y armas de creación masiva, siempre dispuestos para la guerra. Adoro los otoños, esas estaciones de trenes lentos y maletas de nostalgia, el olor de las noches sin estrellas, el dolor puntiagudo de los atardeceres tempranos, a deshora, con aire de lluvia que nunca cae. A este otoño se le caerán todas las hojas por el peso de las palabras en ellas escritas. Las historias cubrirán las aceras y los parques, los niños destrozarán la alfombra ocre a patadas, levantando la memoria y los proyectos al viento fresco de la mañana.

Confío en que mi gran proyecto me deje compaginar el resto. Porque dará mucha guerra; este otoño estallará en cualquier momento y el tiempo de aunar esfuerzos, noches en vela y rutinas inexpertas llegará con él.

Hace muchísimo tiempo me prometí a mí mismo no abandonar mis proyectos. Cada día me lo prometo y quiero seguir luchando por cumplir mi promesa. Este otoño dará guerra y yo, en primera línea de batalla, dispuesto a disfrutar de esta guerra haciendo uso de mis mejores armas. 

Por otro lado, mañana comienza Cosmopoética -su décima edición- en Córdoba. Ni a una ni a la otra las disfrutaré estos días.

La poesía, para mí, esta vez, estará en otro lugar. Quizá en este otoño y en su guerra particular. Quizá entre mis manos.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Otra excusa

Pasaba la facultad de Derecho, tomaba Barrionuevo, atravesaba el Tinte para llegar al río. Pedaleaba despacio, el viento en la nariz. Eran las ocho y media de la mañana. La Ribera, a esas horas, era una bocanada de aire fresco. En el walkman –porque aún había walkmans – I’m born again. In an interstellar burst, I am back to save the universe. Río abajo, la ausencia de Miraflores, el reinado de los ojos romanos, observando, envejecidos, el paso de las aguas revueltas. La albolafia, serena, inmóvil, a la espera de alguna crecida… Después, la cuesta del Botánico; a la derecha, el Zoológico, aún por resucitar. La bicicleta agradecía el fin del trayecto.

Yo

no.


Ir a la facultad era entonces –tan entonces –otra excusa –innecesaria –para recorrerte.

Obra de Manuel Castillero
http://manuelcastillero.com/artista.php

domingo, 25 de agosto de 2013

Entonces

Cuando pase el tiempo y todo esto
no sea más que un puñado de cenizas
de un incendio que logramos sofocar,
cuando hayamos dado por imposibles
nuestros esfuerzos por enterrarlo en el olvido
y hayamos aprendido a convivir y sobrellevar
las ganas perpetuas por no recordar,
entonces se nos escaparán sonrisas,
nacerán nuevos sueños, perderemos
el temor entre los escombros y el humo.

Cuando llegue el día en que solo queden
recuerdos en rincones oscuros de la memoria
como souvenirs de cerámica que uno guarda
en el fondo amargo de los cajones menos usados,
y ya no exista nunca cicatriz en carne viva,
ni dolores postraumáticos de agujas y espinas,
ni cansancios en horas punta de impotencia,
entonces, solo entonces, sentiremos el orgullo
de la victoria más dura, el intenso sabor
del saberse superviviente de un atentado biológico.


jueves, 8 de agosto de 2013

Lugares comunes: Las playas.

Imagen: Ciudadano B, "La pescadora de sirenas".

Cebos para pescar sirenas


Hace mucho que decidió no ser princesa [es difícil serlo cuando no tienes palacio y vives en el extrarradio] y desde quinto de primaria es alérgica a la lucha atroz de peinarse el pelo. Las cosas desordenadas deben permanecer desordenadas para conservar la esencia, se dice cuando cada mañana se mira al espejo del cuarto de baño. Nunca fue de cuentos de hadas y siempre ha tenido animadversión a las gominolas. 

Desde su último desencuentro con una policía nacional [piso propio, vida ordenada, estabilidad emocional], a la que conoció tras una manifestación y de la que, por mantener su esencia desordenada, acabó huyendo de su vida cuatro meses y medio después [piso propio, vida ordenada, estabilidad emocional], había decidido cambiar de universo, escapar de la urbe.

Ahora, se le ve alguna que otra tarde en la playa, dispuesta la caña y la paciencia, con la mirada perdida en algún punto concreto de su horizonte. Ha cambiado de objetivos -nada de policías, ni uniformes, ni piso propio, vida ordenada, estabilidad emocional -y apunta más alto: cumplir sueños, sonreír más, ver atardecer. Ha decidido [como si esas cosas pudieran decidirse] que la próxima vez se enamorará de una sirena. Piensa que los atardeceres en la playa son lugares especiales para conocer a la mujer de tu vida, y así la espera, pescadora solitaria, toalla de rayas, pan bimbo envuelto en papel albal y una búsqueda sin resultados en el navegador del móvil: "Cebos para pescar sirenas".

En este atardecer sin olas, su sirena aún no ha picado. En el Ipod, Wilco le guiña un ojo. Las sirenas deberían cantar esa canción.



sábado, 20 de julio de 2013

Lugares comunes: Pasos de cebra (2)

Pasos de cebra
·Historia fugaz de amor frugal en el semáforo del Corte Inglés·

¿Qué se le dice a la mujer de tus sueños
si no la conoces de nada,
si sólo has compartido con ella
el tiempo que tarda un semáforo?


      Rojo peatón. Tuve que detenerme en seco y entonces, los coches.

          Al otro lado la descubrí. A Ella. Porque Ella no tenía nombre. La contemplé despacio, entre coches con prisas laborales, luces de neón, gentes de martes por la tarde, invierno, bufandas con olor a hojarasca, motocicletas con faringitis. Las cebras urbanas, etcétera. Cuando vi sus ojos sorprendí su mirada. Ella también me observaba y yo tampoco tenía nombre.

           Lo nuestro era imposible. Y supongo que los dos lo pensamos en ese momento inicial, en el encuentro fortuito, furtivo, quizás obsceno. Frente a frente, las miradas encendidas eran desafiantes –quién puede más –su pelo rubio, recogido, los labios odiosamente deseables, el cuello como una puerta abierta al infinito... Yo soñaba en blanco y negro sus besos, y ella me mostraba sin compasión el erotismo de su pupila, el rojo-pasión del semáforo, la ternura de sus labios; mantenía sus ojos en mí, retándome a la locura, empujándome al atrevimiento, dándome motivos para la valentía: “Yo pongo las normas: si me dices algo, te regalo un beso”, ella era la reina blanca... yo el rey negro y el asfalto un tablero bicolor de sesenta y cuatro cuadrados. Lo nuestro, definitivamente, era imposible.

               Entonces, automóviles que frenan y verde peatón. En instantes de segundo tenía que decidir por qué rayas optar, negras, blancas, negras... mejor blancas. La crueldad de las decisiones. Tomar decisiones, blanco o negro, éxito o fracaso, todo o nada... y, sin embargo, quizás no haya nada tan decisivo... tal vez el éxito y el fracaso no son resultados de las decisiones sino designios del azar. De cualquier manera, opté por blancas, confiando en que su decisión hiciera unirnos en el centro del paso de cebra, en la misma franja, el mismo color... Adelante.

            La marea de gente se lanzó a la conquista de la otra orilla y nosotros, ambos, decidimos comenzar el abordaje. Nos acercamos el uno al otro, entre procuradores, funcionarios, contables, fontaneros, amas de casa y demás habitantes de los pasos de cebra. Yo, pendiente de no pisar las franjas negras y sin dejar de mirar sus ojos, ella amenazando con conquistarme a algo más de un metro de mí. Me lancé a la búsqueda de palabras para decirle que ella era mi “ella”, esa mujer que todos buscan y que nadie encuentra.

Mentalmente trataba de pensar algo que decirle, pero.

Sí: “pero”. Porque… qué se le dice a la mujer de tus sueños si no la conoces de nada, si sólo has compartido con ella el tiempo que dura un semáforo. Se quedó frente a mí, franja negra, peatón intermitente. Nos limitamos a mirarnos, desconocidos en franjas de diferente color y perdidos en las calles de la ciudad sin nombre, sin poder decirnos nada porque nada se dicen los que de nada se conocen. El tiempo se quedó congelado y nos dejó frente a frente sin poder hacer nada, sólo continuar cada uno su camino hacia la otra acera... porque quizás aquello había sido imposible desde el principio, tal y como habíamos pensado. Sí, yo también me dije esas mentiras. Tantas y tantas veces.

Y así, sin más, nos dejamos pasar el uno al otro, perdiéndonos entre la gente, como un ciudadano más, esperando nuevas batallas que, por supuesto, volveremos a perder. Decepcionados con la oportunidad huida, la fugacidad de los semáforos.

La timidez de los pasos de cebra.
Foto extraída de pensamientosdeunacebolla.blogspot.com

sábado, 13 de julio de 2013

Intemperie

Foto: David Vicente Vicente (http://vicentealcuadrado.blogspot.com.es/)

Solo sé que quiero ver pasar
los siglos y las horas a tu lado,
que odio esta casa cuando está vacía
y esta cama fría de tu ausencia.
Que se me llenan de escombros
las tardes que trabajas fuera,
las llamadas que comunicas,
que hay sombras y frío       
en los lugares que deshabitas.

Esta intemperie de ti
perjudica seriamente mi salud.

Tengo la intención de gastarme
la vida en entenderme contigo, esperar,
cada tarde, tu vuelta a casa,
compartir el portátil en el sofá
y echarte en cara en la cama
que necesito tus pies fríos
para entrar en calor. Susurrarte,
con nocturnidad y alevosía,
el sueño de una noche de tu lado.

Porque todo lo demás
son eclipses, escarchas e intemperies.

martes, 9 de julio de 2013

El puente

Foto extraída de http://www.tiempo.com/. Usuario -FiReFoX-

De repente sucede el milagro de los puentes milenarios:

La ciudad se rompe en dos, desangrándose en aguas turbulentas,

resultando dos mitades doblemente hermosas.

Apoyado en el coloso de piedra que une las dos orillas,

uno se siente:

unido

durante un instante

                 a la ciudad y su desgarro;

dividido

entre la eternidad del lugar

                 o lo fugaz del instante.

La dicotomía es dueña del aire y de las riberas.

Existen contradicciones tan bellas ante las que solo nos es posible

suspirar.


Todo lo demás fluye, río abajo.

lunes, 24 de junio de 2013

De hogueras y deseos


Cualquier día del año es bueno para encender hogueras, para quemar las naves y emprender un viaje nuevo, para comenzar de cero, para renacer de las cenizas, para pulsar el CTR+ALT+SUPR de nuestras vidas.

Cualquier día es bueno para encender hogueras, para echar a arder el montón de vacíos que nos llenan nuestra vida diaria. Tal vez logremos ver entre las llamas el fantasma de los besos que se perdieron por no darlos, el mapa de los tesoros que nos empeñamos en esconder a diario, la luz al final de este túnel apático y sin esperanza en el que se nos convierten las semanas. Alrededor de la hoguera, el rosario de personas que nos hacen persona.

Cualquier día es bueno para encender hogueras, para activar la catarsis, para los giros de 180º que arden a la sombra.

Cierro los ojos y pido un deseo: Girar, reiniciar, arder, pero contigo.


viernes, 21 de junio de 2013

Deambular

Fotografía: Paola Vaggio
http://dememoria.blogspot.com.es/

Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando,
acariciando sus mapas,
sus líneas de metro o autobús,
viendo pasar rostros
en semáforos y escaparates,
lunas de taxis, bancos de parques,
grandes almacenes, prisas
de descansos a mediodía.

Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando,
vagando, sin destino concreto,
[un flâneur en la gran manzana]
al encuentro del espíritu cosmopolita
de farolas y hormigón,
de humo y almas huidizas
que se esconden en gabardinas,
que memorizan itinerarios.

Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando.
De China Town al Soho,
pasando por el Little Italy,
para, más tarde, dejarnos fagocitar
por la Quinta, Broadway, Times Square.
Conocer una ciudad
[y ésta más que ninguna]
es deambularla contigo.





lunes, 17 de junio de 2013

Lugares donde empieza a llover

Foto extraída de http://thinkwasabi.com

Todo comienza de forma tímida y débil. Nacen pequeños círculos oscuros en los adoquines de las aceras, los capós de los coches y las tapas de alcantarillas. Un rumor imperceptible se cuelga de las farolas y los árboles, la noche se detiene en un semáforo en ámbar para dejar pasar la fugacidad de un relámpago.

En noches como esta, en las que a uno le sorprende la lluvia sentado al ordenador, en su terraza, al refugio de un toldo en el que repiquetean cariñosamente las gotas, es fácil recordar algunos de los sitios en los que una vez empezó a llover.

Recordar [o acaso querer recordarlo] una mañana de estrenar katiuskas, de Vírgenes de la Cueva, de paseos a la guardería, de desear un diluvio para, al salir, encontrar el paraíso en los charcos. Hay lluvias que nos marcan lugares con equis que luego convierten los mapas en quinielas premiadas.

Recordar alguna tarde bajando del centro por mis atajos de caminos largos, comenzar con cadencia suave de gotas en Santa Inés y castigarnos en tromba en La Magdalena, sin tiempo para llegar a casa. Libros en inglés mojados, [it's raining cats and dogs]. También alguna mañana, de las que me escapaba de la facultad, y la lluvia se asomaba a la Puerta del Perdón, limpiando los naranjos en flor, llenando de ondas minúsculas la fuente del Olivo en la que se rompía la imagen de un campanario.

Recordar noches de nubes y dudas en callejas de San Agustín, al calofrío de los inviernos y las adolescencias, las piedras que brillan porque la luna brilla, las lunas con sonrisas menguantes, la lluvia de guante blanco.

Lluvias a solas y en gran compañía, lluvias tristes y lluvias que te hacen reir. Lluvias que asustan de oscuras, que mojan por dentro, que limpian por fuera, que empiezan de a poco, que acaban con todo, que dejan las ventanas con olor a otoño en verano. Recordar todas las lluvias: la lluvia.

Recordar la lluvia en Bérgamo, en Bruselas, en París, cuando el Petit Palace era devorado por tinieblas, la lluvia con tormenta cerca de Aínsa, la lluvia-niebla de Londres y el chirimiri de Évora... La lluvia que nos esperaba al salir de la boca de metro cerca de la 5ª Avenida, y la que nos caló hasta los huesos en Gante.

Hoy, que escucho la lluvia cobijado bajo la lona gris de un toldo, desearía haber sido sorprendido, como tantas otras veces, a la intemperie y sin paraguas, y, en una katarsis improvisada, convertirme en ese pájaro mojado que se burla de mí sobre los cables de la luz. Ganas de mojarme, de ser lluvia, de desprenderme sobre la ciudad.

miércoles, 5 de junio de 2013

Día 5 de Junio, Día Nacional del Donante de Órganos


Tu ojalá
                                               (A mi receptor)


Hay una esperanza encerrada
en este no tener remedio.

Poco después de que se me apague la luz,
habrá neveras volando en helicóptero
conservando en frío una luz cálida
al final de un túnel de paciencia infinita.

Cuando lleguen a su destino
nacerán sonrisas en los bordes de la cama
y lágrimas felices y nuevas ilusiones.
Grandes alegrías y esperanzas que surgen
de los sucesos más tristes,
las desgracias que dejan soledades cansadas
y que nos demuestran que cada adiós
esconde siempre un ojalá.

Después, sin que yo ya pueda oírte,
me darás la bienvenida,
te quedarás dormido
más allá de la anestesia
y despertarás a la conciencia
de que me fui para venir a ayudarte,
de que, en efecto, encerraba tus esperanzas
en este no tener remedio.

Que este adiós inexorable al que me acerco
sea tu hálito de vida, tu alegría clínica, tu ojalá. 

lunes, 3 de junio de 2013

Boda en la ciudad (crónica).

Han quedado en compartirse todo: techo, balances, tiempo, amor.

Besos que firman alianzas, pasodobles que se disfrazan en primavera, cielos barrocos que preceden a lluvias de cereales con confeti, alegrías que nos estallan en las manos con sabor a champán. No les cansan ni los abrazos al atardecer, ni las horas, días, meses, de quebraderos de cabeza. El fin justifica los nervios y acaba también con ellos: es hora de disfrutar. La Historia se cita con su historia de amor. Fotos, flashes hacia el pasado, flores en los pasamanos de un silencio cómodo. El río que divide en dos la ciudad, les une para siempre, el Triunfo se hace felicidad, el escenario les envuelve en un laberinto de azahar y buganvillas. De pronto vuelven a la multitud.

Se han propuesto ser causa y efecto, espiral de afectos, proveedores de motivos para amar.

Al abrigo de los seres queridos, la noche avanza suave, con sabor a mostaza, vainilla y frutos rojos, se escurre por los manteles y las alegrías, se les cuela en las sonrisas contagiosas, les abraza en un vals que nos hace cosquillas a todos en el cielo del paladar. Antes, recuerdos en formato ppt, de cuando todos éramos más jóvenes, más inocentes, menos primos de riesgo, quizás igual de sensibles a la felicidad de los demás, la amistad perpetua, el verano azul de nuestras vidas. Recuerdos también de ausencias, un nudo en la garganta... y dos, y tres... respiremos hondo, la noche debilita los corazones.

Han acordado compartirse, seguir cumpliendo promesas y años, hacerse mutuamente eternos.

Poco a poco, se nos agrandan las risas, nos desborda el cariño, un dulzor incipiente comienza a rodear las palabras. Les vemos deambular, al son de la música, apurando las primeras horas de la primera madrugada. Fuera, rumor de patios y macetas añil. Dentro, estruendo en clave de pop, mojitos, hielo en escamas. Cruzan sus miradas, reiteran sus promesas, se ofrecen como refugio del otro. La noche se va alargando hasta el límite establecido, se van pidiendo treguas, varias banderas blancas, despedidas en forma de espiral,  un hit de los 80's, luces fuera, abrazos, besos, adiós.

Al final del día, quedan solos los dos y aquello que les une. Todo lo demás es lo de menos.




A Rosa y Pablo, con abrazos atrasados.

jueves, 23 de mayo de 2013

Las siete revueltas


Ocultarnos en las sombras y remolonear
entre caricias y eternidades que suceden
en la sinuosidad de los silencios
de un beso sin domesticar.
Perdernos en la espiral para poder
encontrarnos a solas.

Tú no conoces la salida y yo
puedo haberla olvidado.

Balancearte conmigo en el vaivén,
contarlas de una en una,
hasta seis [jamás hallaré la que me falta]
y acabar desubicados del mundo y la historia
y los planes de ordenación urbana.

Hay un vals oculto en el empedrado.
Solo tienes que contar conmigo.          [Un, dos, tres… un, dos, tres]

Adentrarnos en el retorcido trazado
de revueltas y solares y casas abandonadas
para quedar atrapados en el maravilloso bucle
de tus risas, mis raíces y este antiguo cielo,  
de la vida precisa en el aquí y el contigo.

Buscar la revuelta perdida.
Perdernos en Santiago.


jueves, 21 de marzo de 2013

Encefalograma

Autor de la fotografía: Amado.
Se nos llena de malvas y kilómetros este atardecer
de calor, retornos y cansancio laboral,
arañando el asfalto con neumáticos desgastados.
Calor, mp3, se nos hace tarde.
Climatizador, Just like heaven, las ocho menos 10.

Ahora somos un punto en un mapa de carreteras
que se mueve en la dirección correcta
mientras suena la perfecta banda sonora
y salen los títulos de crédito
con nuestros nombres en letras Arial Black.

Nos acercamos al destino a más velocidad
de la que marcan los círculos rojos
y más despacio de lo que me dicta la impaciencia.
Te tengo reservada la noche más bella,
mi rincón favorito también te pertenece.

Nos alcanzan las sombras de los postes eléctricos
cuando el atardecer me concede el deseo:
la ciudad recortada contra él en claroscuro,
ofreciéndome la silueta que hace tiempo
tomó como modelo mi encefalograma.

Podría decirse
que tengo actividad cerebral
de minaretes y atardeceres.



* Fuente de la fotografía: http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/fotografias/2006/10/18/156549.php

miércoles, 13 de marzo de 2013

Paradas de autobús


Adoro la forma en que te sientas en la parada de autobús.
Distraída, con el móvil entre las manos y yo-qué-sé-qué en la cabeza, adoptas esa postura que a mí me resulta imposible: las piernas extrañamente cruzadas, quedando sentada tú sobre una de ellas, la de abajo, que doblas hacia tu cuerpo, y la otra, la que cruza, con el pie encima del propio asiento. Una equis perfecta, como marcando el lugar.
Cada día te observo durante diez minutos, el tiempo que suele tardar el autobús en llegar y desaparacerte. Al día siguiente vuelves como si nada: de nuevo tu postura imposible, tu aire despistado. Los viernes, sin tú saberlo, te despides hasta el lunes con la sonrisa del que tiene el fin de semana por delante. Para mí, instalado en un día entresemana perpetuo, los viernes no significan nada, acaso un ventanal sin sustancia durante 72 horas, un adiós disimulado, una maldición a la línea 39, un odio tu ausencia los mediodías del sábado y domingo.
Ando obsesionado con mirar la calle. Por eso, Margarita me deja junto al balcón cada día, después de comer. Palomas, el tráfico, niños correteando, gente que pasa, habitualmente con prisas que le otorgan los horarios impuestos de oficinas y comidas en familia, y tú, la más apacible de todos, con tu mirada limpia y tranquila, tu pelo ondulado años 50, tu manos menudas y tus movimientos tímidos. Se te ve feliz, algo inocente, apenas una veinteañera despistada. Tal vez por un poco de todo ello me recuerdas tanto a Julia.
[Julia…]
A veces pienso en bajar a saludarte, presentarme como el hombre que lleva 5 meses siguiéndote la pista cada mediodía, entre las dos y las dos y diez, desde el balcón de enfrente, en la primera planta de aquel edificio. Pienso en contarte, que a pesar del tiempo y mis arrugas y mi vista más que cansada, te reconozco, porque sigues siendo la chica del despiste y la timidez. Me imagino allá abajo, junto a ti, bajo esa moderna marquesina de cristal y acero, y, casi temblando, contarte que, tal y como me prometiste, me hiciste el hombre más feliz del mundo, contarte que desde aquellos días de hospital y lágrimas, pésames y cementerios, echarte de menos y mirar por el balcón es a lo que se ha reducido mi cotidianeidad. Contarte tantas y tantas cosas que tú ya ni siquiera recordabas. Contarte que te conocí hace casi sesenta años, aunque tú tengas 20 y eso no sea posible, aunque por aquel entonces no existía ni esa parada de autobús ni esta residencia de ancianos que me sirve de atalaya, ni yo era tan viejo ni tú vestías vaqueros, ni nos imaginábamos siendo abuelos ni yo te quería ya tanto, pero sí que ya por aquel entonces, adoraba tu extraña forma de sentarte.
Si esta silla de ruedas me dejara, bajaría a conocerte de nuevo, a reiniciar nuestra historia, a que me prometieras de nuevo que vas a hacerme el hombre más feliz del mundo.
Entonces, solo entonces, dejaría de escribir historias estúpidas de viejo senil. 


*Fotografía tomada de la web http://eduardoochoa.com